Me toca la flor que mi compañía de teléfonos me llame
una y otra vez para que fusione mi fijo con los móviles o para que me ponga sus
canales de televisión o para que me fusione toda yo con mis teléfonos y su televisión
y demos a luz una tablet. Da igual que les diga que no quiero, que el día que
quiera, les llamaré yo para ver qué ofertas tienen, que lo apunten y que no me
llamen más, que aún así, vuelven a intentarlo.
Pero lo que ya no concibo como normal es que me llamen
para ofrecerme servicios: “gratuitos durante treinta días, para que lo pruebe,
señora”, que no tienen nada que ver con su ámbito. Hace un año me llamaron para
ofrecerme un servicio de abogados. No he necesitado jamás uno, toco madera,
pero “señora, nunca se sabe”, trató de sugestionarme el ¿comercial? y empezó a
ponerme ejemplos de lo que podía pasarme y me vendría bien tener un abogado a
mi servicio. Le di las gracias y le dije que prefería arriesgarme, que si en
cuarenta y pico años no había necesitado un abogado, mala suerte si en los
siguientes treinta días tenía que recurrir a uno.
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Esta cara se me queda cada vez que intentan venderme algo por teléfono. Foto tomada de www.periodistadigital.com |
Ayer me llamaron otra vez, me ofrecían de nuevo gratis
durante treinta días un servicio médico en el que si, por ejemplo, voy al
dentista me descontarán el 70%. Le he dicho a la chica que me parecía fatal que
mis datos se los estuvieran vendiendo a empresas ajenas a mi compañía
telefónica. Me ha dicho que no, que sin mi consentimiento, no podían facilitárselos
a nadie, que esa otra empresa “colabora” con ellos. Ya, claro, como la de los
abogados. Le he dicho que podían llamarlo como quisieran pero que me olía fatal
y para mí era una venta de datos personales disfrazada (pero claro, hecha la
ley, hecha la trampa, siempre hay un camino por el que llegar a donde quiero). Que
los temas médicos los tengo resueltos y que cuando necesito algo, yo misma me
busco la vida mirando precios y servicios. Y que, de paso, apuntara que no
quiero que me vuelvan a llamar para ofrecerme nada que no tenga que ver con los
servicios que da su compañía. La próxima vez tendré que pedirles la grabación
de la conversación (que me avisó al principio de que la estaban grabando) para
adjuntarla a la denuncia en la Agencia de Protección de Datos por saltarse la
ley.