Deseo que el horizonte hacia el que miráis esté tan lejos o
tan cerca, tan alto o tan bajo como vosotras queráis. Que solo vosotras
decidáis dónde está el límite, si es que lo hay. Que nadie os diga esto no es
para ti o tú esto no puedes hacerlo.
Que os respeten, que os valoren, que os vean como iguales. Mientras
estudiéis, cuando trabajéis, cuando hagáis deporte, cuando estéis de fiesta,
cuando os enamoréis. Siempre. En cualquier lugar del mundo.
Que nadie os etiquete ni interprete a su antojo cuál será
vuestro comportamiento si os ponéis una falda más corta o más larga o si lleváis
pantalones, o escote, o vais ceñidas u holgadas, o si os teñís el pelo de
colores o lo lleváis corto, o si os maquilláis o vais con la cara lavada, o si no
os gusta rasuraros o preferís ir depiladas, o si bailáis como locas o hacéis topless en la playa o salís de noche o viajáis solas.
Que nadie os juzgue por vivir vuestras vidas y disfrutar de
vuestros cuerpos como más os apetezca.
Que nadie quiera protegeros, sino que podáis luchar codo con
codo.
Que nadie crea que sois de su propiedad, que puede someteros, obligaros, mandaros, humillaros, insultaros, vejaros, usaros.
Que para alcanzar una meta no tengáis que renunciar más ni
demostrar más que otros.
Que seáis la roca que no se ablanda ante las embestidas del
temporal, las raíces que sustenten el árbol de las generaciones futuras y la
digna herencia de las generaciones pasadas.