Tal y como hice hace
cuatro años, después de haber leído “Historias de Cronopios y de Famas” de
Julio Cortázar, se me han ocurrido unas nuevas instrucciones. Como entonces,
espero que quien lee entienda que es un juego, en este caso cargado de ironía. Por
sorprendente que parezca, no me he inventado ninguna de las cosas que menciono
en esta entrada, todas son fruto de lo que he visto y he vivido en estos diez
años que llevo siendo madre. Yo misma he hecho alguna cosa de esta lista,
aunque ahora me arrepienta, pero reconozco que una vez creí que estaba haciendo lo
correcto. Y eso es lo bueno de que los hijos crezcan, que las madres también
crecemos y nos vamos dando cuenta de los errores que hemos cometido y tratamos
de enmendarnos.
Así que aquí tenéis,
dedicadas a todas las madres que no son perfectas ni lo pretenden, las “Instrucciones
para ser la madre perfecta”. Porque para nuestros pequeños, lo seremos siempre.
INSTRUCCIONES PARA
SER LA MADRE PERFECTA
Circula el mito de que la
perfección no existe, pero eso es porque no la conocen usted. Téngalo claro: es
posible y usted puede hacerlo. Esta es la premisa principal. Y qué mejor campo
para alcanzar la perfección que la maternidad.
En primer lugar, tenga usted
hijos. Uno o más, propios o adoptados, esto ya es elección personal. Una vez
disponga de los niños empiece por mirar perdonándoles la vida a los que no
tienen hijos porque no quieren, con lástima a los que quieren tenerlos pero no
pueden y con superioridad y hasta desprecio a los que los tienen pero los
tienen asilvestrados o dejados.
Dele siempre lo mejor, que no le
falte de nada. Porque una madre perfecta tiene hijos perfectos y ¿qué hijo
perfecto tiene algún tipo de carencia? Ninguno. Cólmele de todo emocional y
materialmente, no vaya a traumatizarse.
En lo material, que vaya siempre
perfectamente vestido, nada de comprarle ropa en tiendas low-cost en las que no
hay una costura a derechas y la calidad brilla por su ausencia y que vaya
siempre perfectamente conjuntado (ni se le ocurra permitir que salga de casa
con, pongamos, una camisa de cuadros y un pantalón de rayas, ¿qué clase de
madre deja escapar un detalle así?). Y si
es niña, nada de complementos horteras, ¡ni hablar! Nada de bolsitos o bisutería
de plástico de colorines ni de diademas con flores o lazos tamaño XXL. Eso que
se lo ponga por casa o en Carnaval. El resto del año, que vaya perfecta. La
espontaneidad y la imaginación nunca conjuntaron con la perfección. Y los
juguetes o cromos de moda, cómpreselos, no vayan a hacerle el vacío los otros
niños porque no los tenga.
En lo emocional, recuérdele
siempre lo especial y maravilloso que es. Pero no lo es sólo para usted,
también lo es para el resto del mundo. Y es importante que el niño se sienta
así. Dígale que vaya con la cabeza bien alta, que no hay nadie como él y que
quien diga lo contrario, lo hace por envidia.
Prepárele siempre la comida, que
coma en casa. La comida del comedor escolar es poco menos que veneno. Así que vaya
a buscarlo y que coma en casa o, si usted trabaja, reclute a una abuela u otro
familiar que rescate a su pequeño de esa muerte segura. En ningún lugar comerá
como en casa porque usted no sólo es perfecta como madre, sino también como
cocinera.
Apúntese a cualquier actividad
educativa, cultural o lúdica que se proponga en la clase o en el colegio. Que
todos vean lo volcada que está en su criatura y lo dispuesta que está a formarlo.
“La mujer del César no solo debe ser honesta, sino parecerlo”, pues en su caso,
igual, no sólo debe ser perfecta, sino que esto debe verse.
Cuando su hijo traiga deberes,
hágalos con él, un niño perfecto no puede llevar los deberes mal hechos o,
peor, sin hacer. Y si el niño se los dejó en el colegio, consígaselos, mande un
whatsapp al grupo de la clase o a una mamá de confianza para que se los pase.
Que no haya ni una mancha en la reputación de su hijo.
Hágase amiga (o al menos orbite
alrededor) de otras madres que, además de ser madres, sean profesoras. Téngalas
en un pedestal. Todo lo que ellas saben sobre pedagogía, usted debe aprenderlo
(si es que no lo sabe ya porque usted habrá leído sobre el tema todo lo posible
o quizás tenga algo de formación). Lo que ellas digan es “palabra de Dios”.
Trabaje en casa con su hijo las
buenas formas. Insista en las lecciones cuantas veces haga falta y si comete el
error de no portarse como usted le enseña, castíguelo. Ni se lo ocurra pensar
que con darle ejemplo es suficiente, no, los niños son despistados y no se
fijan, hay que insistir e insistir para que aprendan.
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Imagen original tomada de www.momzilla.com.mx de Pixabay |
Haga suyos los problemas de su
hijo y elévelos a su nivel. Nadie mejor que usted para defender a su prole ante
otros niños, otras madres o padres, el colegio o quien haga falta. No permita
que los niños solucionen los problemas entre ellos. Si su hijo tiene problemas
con otro niño, use todas las técnicas para demostrar que es así. Primero,
vigile desde la distancia (si es necesario, vaya durante las horas de recreo a
los alrededores del patio para poder decir que usted vio con sus propios ojos
que ese niño se metía con el suyo) y quéjese a la tutora. Pero no le escriba una
simple nota, escriba una carta describiéndole con pelos y señales todo lo que
ese niño le hace al suyo. Porque, sin lugar a dudas, la versión de su hijo es
la verdadera, ya que él es perfecto, un santurrón, un alma inocente y un
bendito que no ha roto un plato en su vida. Todo lo que pueda contar el otro
niño o la tutora es mentira o está tergiversado. Si esto no funciona, no lo
piense, pille al otro niño por banda, a parte, fuera del colegio, y métale el
miedo en el cuerpo. Créame, le estará haciendo un gran favor a su hijo.
Justifique el mal comportamiento
de su hijo. Si le llaman la atención, diga que es que el niño tenía un mal día o
que llevaba muchos días aguantando y explotó o que lo hizo porque otro se lo ordenó.
El suyo es perfecto y jamás se porta mal sin motivo.
Enseñe a su hijo a sospechar de
los demás. Por ejemplo, si su hija lleva unos zapatos nuevos y otra le dice que
esos zapatos no pueden llevarse al colegio, dígale a su hija que la otra lo
dice porque es una envidiosa y a ella no se los pueden comprar. No hay ninguna
posibilidad de que esa niña tenga también unos zapatos nuevos y en su casa le
digan que no puede llevarlos a la escuela porque es un desastre y los
estropeará y crea que esa norma sirve para todos. No, es una envidiosa.
No crea usted nunca que los otros
niños hacen comentarios desde la inocencia. En sus palabras siempre hay
intencionalidad, ganas de herir. Y esto se debe a que en su casa maman esta
actitud. Si se entera de que algún niño dijo algo fuera de lugar o insultante, arremeta
contra este niño delante de su hijo y asígnele los defectos que ha detectado en
sus padres. De este modo su hijo sabrá cómo es ese niño en realidad.
Y, por último, critique de manera
velada a las madres que no buscan la perfección. Vaya dejando caer píldoras
aquí y allá, que los demás vean lo lejos que están de la perfección y cómo esto
perjudica a sus hijos. Todos le agradecerán que usted les abra los ojos. Usted
no se deja engañar, nadie mejor que usted (ni sus propias madres, ni la tutora,
nadie) conoce a esos niños, usted se ha dado cuenta de lo malos y retorcidos
que son y de cómo tienen engañados al resto del mundo.