domingo, 13 de enero de 2013

Emulando a Cortázar (con todo el respeto)

En el curso de escritura creativa que estoy haciendo hemos leído "Historias de Cronopios y de Famas" de Julio Cortázar. Se trata de un libro sorprendente en el que Cortázar se dedica a jugar. En la guía de lectura que nos dio la profesora había una serie de propuestas de escritura. En una de ellas nos sugería escribir unas instrucciones emulando el estilo que usa Cortázar en este libro. Pues nada, aquí van las que se me han ocurrido, con todo el respeto del mundo hacia Cortázar, por supuesto. Y espero no herir la sensibilidad de nadie, recordad que se trata de un juego.
INSTRUCCIONES PARA MORIR CON DISCRECIÓN

En primer lugar, en vida, procure no destacar, no se haga famoso ni triunfe en su profesión, sea una persona con una vida normal y del montón. No salga en la tele, en la radio o en películas, ni gane un Nobel en ninguna disciplina, ni escriba best-sellers, ni cosas por el estilo. Y sobre todo, viva muchos años, que la muerte venga a buscarlo cuando aún es joven resulta muy llamativo.
Hay posibilidades de que la muerte le sorprenda cuando no la esperaba, por ejemplo conduciendo a gran velocidad por una carretera comarcal en su coche de alta gama a velocidad muy superior a la máxima permitida o haciendo snow-board fuera de pistas en los Alpes suizos. En estos casos está casi garantizada al menos media columna en la sección de sucesos o la de deportes del diario de su ciudad. Por ello es recomendable no abusar de estas prácticas de riesgo si deseamos discreción a la hora de irnos al más allá.
Sin embargo, si ve usted venir el momento de la muerte, evite en lo posible darle eco y no lo publique en las redes sociales, ya que todos aquellos que leyeran el aviso se verían después casi en la obligación de acudir al tanatorio, al entierro, al funeral o a hacer comentarios sobre lo bueno que fue usted en vida. Usted estaría en boca de todos y a eso no le llamamos precisamente discreción.
Si ha cumplido ya con los anteriores requisitos, no olvide pasarse por la funeraria a reservar en persona, para cuando sea llamado al otro mundo, un ataúd sencillo, que no le haga destacar.
Cuando por fin llegue la hora de morir, colóquese usted lo más cómodo posible y rodéese de sus seres queridos, que sean pocos para que no se forme demasiado lío en su casa o en el hospital y llame la atención de la gente. Cierre los ojos, imagínese que va en una barca mecido por las olas, no tenga miedo y déjese llevar sin más.


INSTRUCCIONES PARA MORIR SIN DISCRECIÓN

En primer lugar, en vida, procure destacar, hágase famoso, triunfe en su profesión, sea una persona con una vida alocada y sin freno. Déjese ver en la tele o en películas, en fiestas y eventos, gane un Nobel en alguna disciplina, escriba best-sellers y cosas por el estilo. Si consigue que la muerte le visite cuando esté en la cresta de la ola, en la flor de vida, será realmente impactante.
Para ello busque que la muerte lo sorprenda cuando aparentemente no la esperaba, por ejemplo conduciendo a gran velocidad por una carretera comarcal en su coche de alta gama a velocidad muy superior a la máxima permitida o haciendo snow-board fuera de pistas en los Alpes suizos. En estos casos está casi garantizada al menos media columna en la sección de sucesos o la de deportes del diario de su ciudad. Pero si cumplió usted con lo de hacerse famoso, su muerte llenará páginas de diarios y revistas del corazón. De modo que abuse de las actividades de riesgo si desea irse al más allá con gran notoriedad.
Si, por los motivos que sean, usted ve venir el momento de la muerte, dele todo el eco posible publicándolo en las redes sociales o dando la exclusiva a una revista. Todos se compadecerán de usted y disfrutará del velorio en vida, con gente apoyándole en twitter o facebook, recibiendo homenajes y yendo a despedidas. Todo esto rematado después con las visitas al tanatorio y la presencia de esta gente en el entierro o el funeral. Usted estaría en boca de todos antes y después de su óbito.
Si ha cumplido ya con los anteriores requisitos, no olvide pasarse por la funeraria a reservar en persona, para cuando sea llamado al otro mundo, el ataúd más llamativo entre los disponibles, que le haga destacar en el último adiós. Contrate también el coche fúnebre más ostentoso y encárguese de que no le falten coronas y ramos de flores. Y unos músicos, contrátelos para que lo despidan con sus temas favoritos.
Cuando por fin llegue la hora de morir, colóquese usted lo más cómodo posible y rodéese de sus seres queridos, que sean el mayor número posible y que lloren y se lamenten mucho, que se vea que a usted le querían. Y deje abiertas las puertas y ventanas de la casa o el hospital, de modo que llame la atención el revuelo y el gentío, así la gente estará al tanto y los periodistas no se perderán el momento en el que usted fallezca. Pelee por no irse, gesticule, grite, niéguese a abandonar el mundo en el que todo lo tuvo. Al final, sin que los presentes lo noten, cierre los ojos, imagínese que va en una barca mecido por las olas, no tenga miedo y déjese llevar sin más.

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