sábado, 7 de abril de 2012

Adolescentes

La adolescencia: horrible etapa de la vida de las personas en la que has dejado de ser un niño pero no eres todavía un adulto; en la que nadie te comprende, en la que tú tampoco entiendes a los demás; en la que vas forjando tu personalidad y te conviertes en un individuo con pensamiento propio peroooo en la que sin tus amigos no eres capaz de decidir nada; en la que ellos y tú parecéis clones los unos de los otros: con las mismas ropas, los mismos cortes de pelo y las mismas poses pero pretendéis ser rompedores e innovadores; en la que todavía te gustan algunas cosas de cuando eras pequeño, pero que te dejarías arrancar la lengua antes de reconocerlo; en la que vas de maduro, responsable y de saberlo todo pero en el fondo tienes más complejos, más miedos y más dudas que durante el resto de tu vida toda junta. Si eres niño, estás deseando llegar a esa etapa, la ves como la explosión de la libertad. Si eres adulto, te ríes de las tonterías que hiciste y del tiempo que perdiste. Pero si eres adolescente, no reconocerás que estás en esa etapa, tú ya eres mayor y estás de vuelta de todo, nadie tiene que darte ni lecciones ni consejos, ¡por favor!

No podemos evitar este peldaño en nuestro crecimiento, hay que aceptarlo, aunque para los padres sea complicado. A mí, miedo me da que mis hijas crezcan y lleguen a esa edad en la que lo que dice cualquiera de la calle es mucho más acertado que cualquier palabra de los padres, que no se enteran de nada ni saben de qué va el mundo, ¡ay!

Visitando museos, exposiciones o eventos te das cuenta de cuántas oportunidades se desperdician en esa etapa. ¿Cómo puede ser que en un grupo de adolescentes más de la mitad no escuchen al guía o profesor que les va dando la explicación correspondiente? Me muero, está claro que yo no podría trabajar ni de guía ni de profesor, porque estaría todo el tiempo llamándoles la atención: ¡Eh, tú, atiende! Y es que en escasamente mes y medio he visitado una exposición sobre el gran Leonardo Da Vinci y otra sobre el genial Vincent Van Gogh. En los dos casos las visité entre semana y, como es lógico, me topé con grupos de institutos. Y aunque yo quería concentrarme en las obras y los cartelitos, no podía, se me ponían delante de los ojos los diferentes tipos de adolescentes que forman las clases de hoy.

Los pocos que van escuchando la explicación seguramente forman parte de los empollones, de los pelotas o de los frikies, catalogación ésta que decide el resto del grupo. El caso es que estos tres tipos se llevan por delante la explicación y que les quiten lo bailao, estos al menos esta parte de su tiempo no la han perdido. Pero, cuidado, entre los que escuchan, están los que parece que escuchan, pero que en realidad están absortos en su mundo. Yo los llamaría los Homer Simpson, tienen dificultad para concentrarse en algunos temas, así que basta decirles cuatro frases y su mente empieza a vagar por el limbo. Su cuerpo está, pero su mente, no. Paciencia, porque yo creo que algo van pillando.

Entre los que no escuchan hay varias actitudes, vamos con ellas. Las que van suspirando por las esquinas porque el que les gusta no es que no les haga caso, es que (según ellas mismas), ni siquiera sabe que existen. Esto las lleva a vivir en un universo paralelo en el que todo gira alrededor de ese chico y les da lo mismo estar delante de una replica de La última cena de Da Vinci en la que te explican la gestualidad de cada uno de los personajes que delante de un póster de una campaña electoral: si no está relacionado con ÉL, que se pronuncia seguido de un profundo suspiro, no existe.

Otro tipo, también relacionado con la expulsión del aire fuera del cuerpo, son los que van resoplando ¡buffff!. Normalmente suelen ser chicos, que todo lo relacionado con el arte se la trae al fresco. Ni lo entienden ni les interesa entenderlo. Han nacido cansados y se cansan de andar por la exposición, ir de un cuadro a otro es agotador, un rollo, un coñazo. Son un poco monotemáticos, seguramente tengan una afición (deporte, videoconsola,...) a la que entregan todo su ser y todo lo demás son chorradas. Nunca se sabe qué te puede llevar al éxito. Lo único bueno de la excursión, es que han perdido horas de clase, el resto, una pérdida de tiempo.

Otro grupo de comportamiento es el que llamaré los imaginativos, son los que van riéndose al final del grupo, con continuos shhhhh por parte del adulto que les acompaña, escuchan la explicación intentando ahogar las carcajadas y no consiguen ver lo que han dicho que representa la obra y, deciden, que el título está equivocado y ven de todo en el cuadro o escultura: perros, ojos, tetas, pollas y demás. Y si la obra es realista y sí hay pechos y penes, la gracia está en comentar el tamaño. Por supuesto, lo que han visto lo dicen en voz alta, compartiendo el descubrimiento con todos, para el regocijo de los que les ríen las gracias y el mosqueo del profesor/a, que los asesinaría allí mismo quedándose más ancho/a que largo/a.

No sigo, porque si no la entrada se alarga demasiado y tampoco es eso. Pero hay más tipos. El caso es que todos estos que no escuchan, por pitos o por flautas, se pierden las explicaciones sobre pintura, escultura, ingeniería, arquitectura, historia,... que se dan en este tipo excursiones y es una verdadera pena. Todo lo que hicieron en el pasado tiene tanto que enseñarnos en el presente, pero ellos no se han dado cuenta. Yo estoy segura de que también me perdí varias explicaciones en mi época adolescente y ahora me arrepiento, ahora me cuesta mucho más trabajo aprender cosas, pero eso sí, aunque me cueste más trabajo, tengo los ojos y las orejas bien abiertas. Intentar decirles que en estos casos presten atención, me parece una pérdida de tiempo, porque aunque yo no sea ni su padre ni su madre, tengo ya una edad, jajaja.

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