viernes, 12 de enero de 2018

Fauna local


En marzo o abril del año pasado, una mañana, por la Playa del Miracle, oí un parloteo. No era un trino de pájaro de los habituales que hay en Tarragona. En un árbol vi tres pájaros algo más pequeños que una paloma, verdes, de pico grande y con las plumas de la cola largas. Loros, cotorras, papagallos,… No lo sé, mis conocimientos en ornitología son muy limitados. El caso es que no son aves locales. Pensé que alguien los había soltado, cansado de ellos o por no poderlos atender. O que se habían fugado de una jaula mal cerrada. Me dieron pena, les di unos días de vida.

Sin embargo, he seguido viéndolos. No cada vez que he pasado por allí, pero sí cada cierto tiempo. Pasaron del paseo de la playa a la zona del Fortí de la Reina. Y las últimas veces los he visto en las ramas de los árboles de una casa del Paseo Rafael Casanova. Esta mañana he vuelto a verlos. Siempre en el mismo árbol de la misma casa del mismo paseo. Yo iba corriendo, pero me he parado a hacerles una foto (mis hijas, cada vez que les hablaba de los pájaros verdes, me pedían una foto) y esta vez había nada menos que seis. Si el grupo sigue creciendo acabarán siendo incluidos en la lista de fauna local.
Estos son los loros, cotorras o papagallos. Hay tres que se ven a primera vista.
Los otros tres están en las ramas más bajas de la derecha.
En Tarragona el clima es bastante suave, aunque este otoño ha habido varios días de viento muy violento, alguna tormenta fuerte y un par de días de bastante frío. Pero ellos siguen allí, aguantando en libertad. Me alegra ver que sobreviven. Está claro que los animales nos dan mil vueltas. Las personas vivimos con tantas comodidades y nos hemos habituado tanto a ellas que cualquier contratiempo o salida de nuestra zona de confort  nos supone un problema. Sin embargo, ellos han sabido adaptarse, si los liberaron o se escaparon, se han apañado para comer y resguardarse (y juro que con las palomas y las gaviotas tienen que tener mucha competencia, porque, sobre todo las primeras, son legión). Supongo que alguien de la casa cercana a su árbol les da algo para comer, por eso vuelven allí desde hace tiempo, y que se han buscado algún hueco donde dormir y guarecerse. Imagino que está en su ADN y da igual que hayan nacido en cautividad: si recobran la libertad, recuperan sus habilidades. Un gran aplauso para ellos. No me veo sola en un bosque o en una isla y sobreviviendo… Mi ADN está tan atrofiado como el del resto de la Humanidad.

NOTA (día 16/01/2018): Publiqué la foto en las redes y me dicen que son cotorrillas argentinas (Myiopsitta monachus), que son una especie invasora y que, si no se toman las medidas adecuadas, se convierten en plaga. Que los gorriones, las palomas y otras aves urbanas tienen serios problemas con ellas. Que avise al SEPRONA de la zona para que actúe. Eso haré.

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